Cartagena `Desde la leyenda´. Aliacan, el mal de ojo, escrito por Santi García

0

Aliacan, el mal de ojo
El veredicto parecía claro al menos para María, quien les dice que todos y cada uno de ellos tenían un mal de ojo muy potente, como un amarre o un enganche. Ella lo denominó Aliacán, además por el color amarillento que tenían todos en su piel, tirando a verdoso. Ciertamente, el término según la Real Academia de la Lengua Española significa ictericia, piel amarillenta provocada por un exceso de bilirrubina en la sangre.
Pero desde época medieval en nuestra tierra aliacán tenía otra acepción: personas que pasaban por unos periodos de “tristeza”. Si eran niños y adolescente se les decía que “estaban desganados” y que habían perdido sus energías de forma manifiesta, como “alicaídos”; también a los adolescentes se les llegaba a diagnosticar de “mal de amores”.
FIG01

 

 

Tras la guerra civil esta “enfermedad” era muy común en los niños y más común era que las madres los llevaran a las curanderas que decían que lo cortaban, como “La tía Sota”, “La Poncilla” o “La señora María”. El método que María utilizó viene de los siglos XV y XVI en la zona de Caravaca, en donde el rito para descubrir el mal de ojo era de la siguiente
forma: “(…) tomó un candil y un tazón lleno de agua. Vertió aceite del candil sobre el dorso de la mano izquierda de Andrés y dejó que una gota se deslizara hasta el borde del dedo corazón mientras ella rezaba unas jaculatorias que nadie alcanzaba a oír. La gota de aceite cayó en el centro del tazón, pero al tocar el agua la gota se extendió rápidamente hacia los
bordes del mismo. Repitió la operación dos veces más y en las dos veces ocurrió igual que en la primera (…) [la curandera] dijo: está pasaíco, está pasaíco del mal de ojo. Lo han ojeado entero. Se nota que lo han envidiado mucho”.
Fig02

Y es que al parecer el mal de ojo no es otra cosa que malos pensamientos, malas envidias o malos deseos de una persona a otra, en ocasiones de forma consciente pero en otras muchas de forma inconsciente. En este último caso y en algunas ocasiones cuando la persona sabe que lo transmite, intenta corta la transmisión mediante un pellizco o un empujón a la posible persona que lo fuera a recibir.

La propia María nos indica que cuando era niña veía a su tía que lo cortaba de esta manera:
“ponía un vaso con agua y tenía paños de lana rojo, amarillo, negro y blanco, se ponía a cortarlos de todos los colores. Sacaba tiricas chiquitinascomo granicos de arroz que caían  en el agua y arreglao al color que cayera al fondo pertenecía la calidad del aliacán”; conforme caían la curandera rezaba una oración.

Nazar Boncugu, amuleto turco del mal de ojo. Dije de ojo de cristal, símbolo de protección.

Fig03
En la tradición rural encontramos varios tipos de remedios además de éste, como puede ser “ver el agua corriendo”, como nos indica Natalia Grau en el artículo antes mencionado con tres casos, dos de ellos en el Llano del Beal y otro en Santa Rosalía: “Entonces los mandaban a curar a ver correr las aguas, además llevaban una gamuza amarilla, un eso de limpiar el polvo, lo llevaban en la mano”.
“Mi hermana también tuvo aliacán, iba a la mina Blanca que pasaba una regaera y allí se pasaba un rato viendo pasar el agua y con esos se curaba,ella no tenía que saberlo”.
“Lo único que se recomendaba antes a una persona que tuviera el aliacán o la tiricia pues es mandarlo donde estuviera viendo una corriente de agua y si no que fuera al mar, pasearse por la orilla del mar pero sobre todo que estuviera el viendo una cosa alegre”.

Y en otros casos se decía que se podía “cortar el mal de ojo” orinando en un manrubio, como en las zonas rurales próximas a la rambla de El Cañar, en la Azohía.

La Oración
“En el santo nombre de Dios padre; en el santo nombre de los caídos y de los protectores celestiales que moran en el cielo resguardando la voluntad de los fieles devotos. ¡Oh padre mío! Hoy clamo ante tu nombre para que ayudes a este pequeño que en estas horas se ve invadido por la envidia de aquel que solo quiere el mal para el prójimo.
Tú santísima y misericordiosa voluntad lo puedes todo, Señor, Y sé que harás que su salud recobre ese estado de ánimo, felicidad y gloria de antaño. Ayúdalo, Dios todopoderoso, pues tú eres el único que puede. Amén.”