Nos centramos en uno de los actos en los que antiguamente se celebraban en Cartagena con tanta importancia que hasta que no se realizaban la Semana Santa no había terminado de forma oficiosa, que sí oficial. Se trata de la quema de una efigie de la figura de Judas, en una clara referencia a la época inquisitorial, de donde beben muchas de las tradiciones de los desfiles pasionales. A lo largo de los siglos en donde la inquisición estaba presente era algo habitual “ejecutar” a un muñeco. Esto se producía cuando el reo condenado misteriosamente desaparecía o escapaba del Santo Oficio, por lo que éste no tenía más remedio que, para mantener la tensión y dar ejemplo, dar latigazos, torturar o quemar a una efigie, quien representaría al reo fugado.
Es por ello, por lo que al no disponerse del reo, esto es, Judas Iscariote, se recrea la quema del que ha cometido pecado mortal, quien, a la postre, entregó y traicionó a Jesucristo.
Federico Casal nos habla que en el XIX consistía en la quema el Domingo de Resurrección de unos muñecos de trapo rellenos de paja o virutas con profusión de explosivos, mientras que en 1935 y en 1944 vemos cómo esta “quema” la encontramos relacionada con las fiestas de primavera de la ciudad, las cuales se celebraban el Sábado Santo (o de Gloria). Lo cierto es que ha tenido momentos en donde ha desaparecido y ha vuelto a parecer, como en diversos momentos de los años 80 y de la década de los año 90, realizándose en la tarde del Domingo de Resurrección y en la Plaza del Ayuntamient
Juan Ignacio Fernández nos habla de que en 1950 esta tradición cambió su forma hacia lo que fue, solamente ese año, un desfile en donde se llegaron a representar los 7 pecados capitales, con figuras grotescas y claras alegorías como La Lujuria, que se quemó en la Calle del Carmen, o La Envidia que no llegó a salir por las calles de la ciudad. Según nuestro cronista “Había de todo, cabezudos, chinos, piratas, guardias de tráfico, brujas, aldeanos, aragoneses, sevillanas, tiroleses, bomberos, cubanos, payasos, y además cada carroza llevaba a su frente un caballista que portaba un guión estandarte de diferente estilo, romano, griego, egipcio, y por supuesto los integrantes de cada una de ellas iban disfrazados de muy diversas maneras.”
Ante la infraestructura generada en este 1950 podemos pensar que se llevarían varios años realizando la Quema de Judas de esta manera y tal vez por el coste y el trabajo que llevaba toda la logística se dejó de realizar.